"El mundo se divide en dos, Tuco: los que encañonan y los que cavan. El revólver lo tengo yo, así que ya puedes coger la pala". ( Clint Eastwood en El bueno, el feo y el malo)

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11 de febrero de 2013

Crítica: El lado bueno de las cosas



Después de mucho tiempo sin escribir por motivos varios Pablo Riquelme vuelve a cargar su tinta llena de crítica y análisis constructivo. Hoy le toca el turno a El lado bueno de las cosas. Parece que Pablo ha encontrado la razón para salir del barbecho.

Romanticismo que va más allá 

David O. Russell escribe y dirige una comedia romántica, sí. Pero una comedia romántica que, estimados amigos, va mucho más allá de la estructura: “chico pierde a chica, chico recupera a chica”.

Para empezar tenemos unos personajes tan bien esculpidos, y con tantos matices, que a uno se le hace imposible no sentir empatía por cada uno de ellos. Ríes a su lado, entiendes sus frustraciones y problemas, y deseas que sigan adelante. Te arrastran en una trama sobre lo loco que está el ser humano. Sobre la cantidad de problemas, más o menos triviales, que cada persona esconde en su interior y que, un día cualquiera, explotan. Gente normal convertida en gente extraordinaria por actores cuyas interpretaciones son impecables. Bradley Cooper me ha dejado en shock. Y no pretendo resultar exagerado. Sencillamente no esperaba tanto de un actor al que, desde luego, todavía no le había llegado su gran oportunidad (y estoy seguro de que le llegarán muchas más). Robert De Niro por fin demuestra que la vejez no es un problema. Uno echaba en falta volver a verle brillar en un papel de verdad. Y, aunque creo que la actuación de Jennifer Lawrence ha sido un poco sobrevalorada por la crítica, he de admitir que mis prejuicios contra ella por la nefasta “Los juegos del hambre” (2012, Gary Ross) son ahora solapados por un sobresaliente trabajo.
 
El mayor problema que “El lado bueno de las cosas” (David O. Russell, 202) puede tener es su apariencia de comedia absurda y burlona. Sin embargo, detrás de esa falsa visión existe una intención depurada y un mensaje claro y conciso. Mensaje que está bien desarrollado a lo largo de sus dos horas de metraje y que exige, sin más posibilidad, un final como el que presenta. Hago hincapié en su final porque, quizás, algunas reacciones puedan ser que el desenlace se excede de romanticón o “pasteloso”. Pero en absoluto es así. Vuelvo a insistir en que, detrás de toda esa apariencia, existe una lectura dura y crítica sobre la vida. Y es ahí donde, desde mi punto de vista, reside el interés de la obra: en su lectura más connotativa. Si como espectador hace el activo esfuerzo de pensar en los personajes antes y después de la trama narrada comprenderá que el dibujo va más allá del lienzo.

No hay que dejar de lado tampoco el endiablado y divertido punto agresivo de sus chistes. Aunque, pensándolo bien, puede que no sean chistes y sean, sencillamente, la vida misma presentada de tal forma que nos hace reír.

Esta película es un viaje muy recomendable que no les dejará indiferentes. Saquen sus propios mensajes tras ver la película. Dialoguen sobre ella con sus amigos y familiares: Descubrirán la forma que tienen cada uno de ver los problemas de la vida.

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